domingo, 12 de diciembre de 2010

Dos tiempos

Estoy aquí, sentada, vacía, igual. 
Un año después, dos años, diez. 
El alma no entiende de tiempos, 
quizás de mejoras, pero después 
de querer entender, sigue bajita 
en su camino de magia y serpientes. 

La línea es más paralela que ayer. 
Busco en renglones la diferencia 
de caminos y no sé si soy más 
caminante que los caminos  
ya andados. No puedo vencer. 

Estoy aquí, mirando al cristal. 
Sigo viendo negro, y sigo curiosa. 
Lo que veo no se lo puedo contar  
a un amigo, tampoco a mí. 
Guardo silencio, solo siento. 
Estoy allí, mirando, buscando. 

Tengo miedo de estar aquí y allí. 
A la vez.


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lunes, 29 de noviembre de 2010

Puzzle

Las puntas del corazón secas, la carne cortada,
el centro perdido, las manos quietas.
Una sola mirada tuya es toda una leyenda
de bosques espesos y lunas cargadas.

La oscuridad de un pensamiento
desplomado. Los ojos negros
de un hechizo secreto, aún ardiendo.
La parte del alfiler que me pinchas,
el tacto, un beso. Corro hacia abajo,
carretera sin sueños, lágrimas
sin sombra ni cerco. Final sin comienzo.


Cementerio en tu nombre,
puerta hacia adentro.
No diré quien eres,
ni por qué te veo.


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lunes, 15 de noviembre de 2010

Cosas que nadie diría

Son cosas que nadie te diría a la cara.
Yo sí.

Que lo que hablas no me gusta,
que tus besos no me saben,
que tus manos no me expresan.
Que tu verbo no es vivir.

Cosas que nadie te las diría a los ojos.
Yo sí.

Tus carencias de sabores,
gemidos de sin sexo
que en exceso o en defecto
siempre pecas de perfecto
por buscarte lo que es etéreo.
No olvides que en la tierra
esto es esto. Estiércol.

Son cosas que todos te dirían sin pensar.
Yo no.

Que no se puede hacer más,
que pases página sin leer 
lo que figura en la treinta y nueve,
sin entender lo que viene en la noventa,
porque no supiste llegar casi al final.

Son cosas que yo te diría a mi manera:
no me gusta quién eres.
Vuélvete a buscar.

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jueves, 28 de octubre de 2010

Esperando en el limbo

Olvidarme, contenerme. 
Oírme el interior cuando callo, 
buscar la soledad en el tiempo 
libre que le queda al alma. 
De esperar cita con el destino 
guardo paciencia y me quedo 
sentada sumida en el limbo. 

Resignarse o morir. 
Contratar las neuronas 
de la vida para pagar los suspiros 
del tiempo que no existe 
en amarse uno mismo. 

Paciencia o resignación. 
Son las claves de mi tiempo 
no encontrado, -por decir algo, 
tiempo perdido-, en buscar  
las excusas ciertas 
de lo que no digo con razón. 

Quiero encontrarme cada noche 
para escribir. Las palabras siguen 
estando cargadas, pero mi lugar 
sigue estando vacío. Y el cuerpo 
me pesa tanto, a estas alturas, 
que no puedo vivir.


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miércoles, 13 de octubre de 2010

Se me ha olvidado

Se me ha olvidado pegar la boca al silencio.
Callar, doler. Se me ha olvidado entender.
Recurrir a Poe, caminar más lejos,
correr la tinta, pensar en oscuro.
Ahora quiero morder las sábanas por no llorar
y echarme a correr.

Octubre me viene de golpe y Noviembre
me va a enloquecer. La marca de frío
que llevo en la frente cuenta que no hay
otro tiempo para volver otra vez.

Dónde, pregunto yo. ¿Dónde está
la parte que más me altera, el sudor que
me cubre las venas y el buitre nocturno
que pregona mis veladas a la luz del farol?

Hoy, a la hora temprana, me escondí
en tus palabras, en el frío y la mugre
del alma, y pude encontrarme de nuevo
a la misma hora que ayer.

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martes, 7 de septiembre de 2010

El único nombre

Que te mire y te lo jure, que lo demuestre.
Que te anule por dentro, por fuera,
que creas que te corta la respiración,
que te robe los segundos más prohibidos
para pensar en la banalidad del corazón.

Que no, que no. Que no es por envidia
ni experiencia, al amor no podemos
dibujarle casillas de felicidad
por solo un verbo conjugar.
Ten a mano las ideas limpias,
y tira las que abrirán sinsabores,
porque al sufrimiento que viene
nadie puede escapar.

Ten la frente fría, las manos
fuertes y el estómago lleno,
para golpear paredes 

y llorar. Llorar.

Ojalá pudiera darle otro nombre
al desamor, pero es el único

que entenderás. El que detrás 
del sustantivo lleva las letras
más difíciles de sentir,
y más complicadas de pronunciar.



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jueves, 26 de agosto de 2010

Percepción

Mi percepción ¿qué importa?
Es tan opaco el hilo transmisor
de una idea, que el corazón
toma la justicia por su mano,
no entiende de evidencias,
y de percepciones apalea.

Mi percepción, de tu pupila
que falta y de la mano
que en un solo roce
saca su mejor carta,
delante de tu falta de amor,
se queda sola y descalza.

Mi sensación, debilidad
de una ciencia sin argumentos
que valgan, queda a los pies
de una duda infundada.

Decir te quiero no basta
para querer a mi usanza,
que de vieja y rota
no vale para este siglo
de letras gastadas
y frases robadas.

Que por mal usar el verbo amar,
vivimos de mentira una vida,
no queremos aceptar la realidad.
Pero esto, señores, es una percepción
solo mía. No puedo decir más.


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lunes, 16 de agosto de 2010

Las 32 puertas

El miedo tiene solo una puerta para salir.
Siete para entrar. Veinticuatro para vivir.
Tiene una descarada cerradura
para no aceptar cualquier llave,
y una oxidada obertura
que entorpece su imagen.

El miedo mata, destroza, amarra.
Dice que te ayuda a seguir
solo por mantenerte ahí,
sujeto a su crudeza,
a su destino de artificiales agallas.
A la cobardía de las lágrimas tragadas.

El miedo tiene solo una puerta para salir.
Puedes cruzarla y quedarte sin corazón,
o quedarte de brazos cruzados,
¡cobarde por ambición!

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lunes, 19 de julio de 2010

La cuerda floja y tirante (4)


CAP II

Ese mismo Lunes, Verónica se despertó cuando el reloj marcó las 6 y media. Una hora después debía estar en la academia para ayudar en la nueva coreografía a su pareja de baile, Nicolás.

Verónica llevaba dos años ejerciendo para la escuela de baile que ella había levantado con horas de pasión, de sueño, de insomnio, de vacaciones y discusiones. Horas que no entendían de horario definido ni de organigramas establecidos. Su principio diario era bailar todos los días de su vida, y el resto era vivir todos los días como si fuera el último baile. Eso se decía, y al final siempre acababa pensando algo diferente.

Nicolás llegó a las 6:45 a la academia, encendió las luces, se deshizo de su camiseta y se puso los pantalones de algodón fino para su clase salsa. Miró durante un rato aquel lugar que le parecía, de repente, tan solitario, y apretó el puño durante un segundo que bastó para soltar un grito sordo. Al abrirlo se dio cuenta de que se había rasgado la palma de la mano derecha.

Solía llegar cuando Verónica ya estaba en la academia ensayando por cuarta vez la coreografía, pero ese día sabía que ella llegaría más tarde. Cerró con la llave que ella le entregó meses atrás, y dejándolas encima de la mesa donde Verónica colocaba siempre su bolsa de baile, dejó también una pulsera de hilo y cuero que le regaló. Cuando ella llegase solo tendría que meter en la bolsa las llaves y la pulsera.

- Se ahorrará las preguntas-, pensó Nicolás.


Verónica llegó a las 7:32 cuando encontró a Nicolás ensayando en la academia:

- ¡Joder! ¡Menudo susto! Emmm…hola, Nicolás. No te esperaba aquí todavía- exclamó Verónica con los pómulos tensos y la mirada fija en el torso desnudo Nicolás.

- He llegado a las 6:45, me apetecía ensayar solo. 

- ¿Has conseguido que te salga por fin el último paso de la coreografía? – preguntó Verónica intentando eludir la sensación de frustración que le transmitía Nicolás-.

- Creo que me va saliendo, no es que sean pasos difíciles, pero no estoy acostumbrado a coreografías de salsa, prefiero las coreografías de danza moderna o hip hop, pero eso ya lo sabes.

- Tu problema, Nicolás, es que no quieres aprender salsa. Y si no aprendes a mostrar la sensualidad del cuerpo, jamás aprenderás este tipo de baile.

- ¿Sensualidad del cuerpo? ¿Para qué quiero mostrarla? ¿Para provocar a quién, Verónica? ¿A quién? - dijo Nicolás intentando ir más lejos de la conversación-.

- Nicolás, vas a tener que centrarte en la coreografía. Si no estás mentalmente en los pasos, mejor vete a casa y acércate más tarde.

- ¡Estoy bien! Es solo que no soporto estos movimientos tan tontos. Que si los pasos tienen que ser redondos, que si tengo que moverme de un lado a otro, que si debo tratar el cuerpo de la mujer como si fuésemos Uno. ¡No! ¡No, puedo!

- Evidentemente te faltaba la otra parte, por eso te digo siempre que no ensayes solo. Somos pareja de baile y tenemos que hacer la coreografía como si los ojos de uno fueran los mismos ojos del otro que está mirando. Tus manos siempre deben desear estar en el cuerpo femenino.

Verónica le agarró sus muñecas y las posó en su fina cintura haciendo ademán de empezar a bailar. Pero Nicolás se retiró rápidamente-.

- ¡No puedo aguantar esto, Verónica! ¡Sabes que no puedo!

- Nico, márchate. Cuando estés dispuesto a bailar, vuelve. Mientras, no quiero tenerte aquí. En mi escuela solo hay personas que quieren dedicarse a esto en cuerpo y alma, si no, más vale que te busques otro trabajo. Si tienes problemas personales trátalos fuera.

- ¿Tú crees que puedo tratarlos fuera? ¿Podrías tú? – dijo Nicolás como si quisiera fulminarla en aquel instante-.

- No vayas por ahí, Nico – ella empezó a subir el tono de voz-.

- Pues no me vengas con chorradas.

- ¡Largo! – inquirió Verónica-

- ¿¿Qué?? – Nicolás se atragantó con su propia saliva y comenzó a
toser-.

- He dicho largo de aquí. Estás despedido.

- ¡No puedes…! – Nicolás seguía tosiendo-.

- ¡Sí puedo! Y ya lo he hecho.

Verónica se dio la vuelta, bajó la cabeza y tuvo que coger aire. Nicolás se quedó unos segundos en silencio sin reacción ninguna. Pero no pudo resistir la situación y corrió hacia Verónica, tiró de uno de sus brazos, la enlazó consigo mismo en una pirueta y pulsó con el mando a distancia hacia el equipo de música la canción número 7.

Verónica lo miró fijamente siguiéndolo en cada paso, aún con el gesto serio-no esperaba la reacción de Nicolás-, pero pronto recuperó su estado y fue ella quién empezó a dibujar el marcaje de los movimientos. Desabrochó su camisa a la mitad y se hizo un nudo a la altura del ombligo. Nicolás permaneció con el torso desnudo, aunque esta vez, más metido en su papel, sin quitarle ojo de encima a Verónica.

Él recordó que un sentimiento de dolor, contradicción o negatividad bastaba para focalizarlo en el baile. Lidiar con la rabia era como luchar con la pasión. Ambos sentimientos eran la pareja perfecta en la pista - Verónica se lo enseñó-. Ese día, trabajaron hasta las 11 de la noche. 

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martes, 13 de julio de 2010

A la cima

Por una parte, podría decir que la he tocado;
por otra parte, podría decir que no.
De una cima se sacan tantas cosas
y de un suelo aún se sacan más. 
Por esta última parte de la estrofa
yo casi me llevo la antorcha.

Por haber tragado tierra en vez de agua,
por haber creido en algo 
y haberme chocado al andar;
por haber visto caminos despejados,
cuando luego ves que hay serpientes
que engañan con un solo mirar.

Podría haberla tocado,
hay días que así lo pienso,
y otros días que no,
sigue doliendo igual
llevarte más golpes que nadie.

Aunque todos te digan
que aprender, aprendes más. 

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lunes, 12 de julio de 2010

La cuerda floja y tirante (3)

- Vale, Leo, voy a casa, tengo que preparar una coreografía de salsa. Hablamos mañana.
- Espera, te acompaño.
- Como quieras.

Verónica apretó el puño y, por el tono de su respuesta, Leo intuyó que mejor callarse a soportar lo que venía después. Abrió la puerta del coche sin prestar atención ni a sus pensamientos. Arrancó y salió disparada de aquel parque que pedía a gritos que algún jardinero lo cuidase un poco. Todavía seguían presentes aquellas imágenes que se le sobrevenían a la cabeza como un volcán en plena erupción.

Leo permaneció callado, lo único que empezó a distraerle fue la visión de los pantalones tan cortos y ceñidos que llevaba Verónica. El movimiento de sus piernas mientras conducía empezó a ponerlo nervioso, pero pensó en permanecer quieto y controlar sus impulsos en una situación como aquella.

Verónica pidió a Leo que le acercara la botella pequeña de agua que tenía en la bolsa de baile. Estaba intentando sujetar bien el volante a la par que bebía de la botella, pero fue lo bastante difícil como para echarse parte del agua encima y mojarse la camiseta blanca sin tirantes que llevaba puesta. El calor de agosto lidiaba con su piel y el aceite que llevaba extendido estaba convirtiéndose en un sudor que exaltaba aún más la brillantez de sus curvas.

Leo se dio cuenta de que la camiseta de Verónica le ejercía presión en sus pechos, de modo que ella terminó por doblarse hacia abajo el elástico que dejaba entrever la redondez de sus senos. Él empezó a notar una cierta presión dentro de sus Hugo Boss.

- Vero –la miró intentando apaciguar su enfado. Intentó cogerle la mano pero ella se la denegó. Al observarlo de frente se percató del estado físico en el que estaba Leo y dentro del coche empezó a acumularse más calor de lo previsto.

- Dios, no puedo conducir bien- empezó a pensar Verónica- , y de un segundo muy angustioso pasó a un momento en el que lo único que le incomodaba eran las nuevas braguitas brasileñas que se había comprado. Ya las había mojado.

Verónica aparcó el coche en el garaje de su casa– la casa rural de Valencia la dejaba para los fines de semana que quería escapar de Madrid-.

Sacó la llave con las manos sudorosas, pero Leo la agarró de la muñeca, se subió encima de sus piernas y con su miembro muy lubricado empezó a juguetear con el pantalón corto de Verónica, sin dejar a esta más que la sorpresa de empezar a suspirar. Rápidamente frotó la punta de este por fuera de sus braguitas y a saborear sus pechos entre cortos besos.

Sin esperar más tiempo, Verónica se saltó todos los preliminares y separó a Leo de un salto, lo sacó del coche casi arrancándole el brazo y lo dirigió hacia el maletero, donde con el pantalón a media rodilla, dio media vuelta y le pidió que la penetrara con fuerza.  Verónica apoyó sus brazos en la puerta del maletero y curvando su culo hacia atrás empezó a morderse el labio inferior.

Leo la agarró de las caderas y comenzó a moverse intensamente hacia delante y atrás. Luego, empezó a meter sus dedos.

El garaje daba sensación de sauna. Leo quería estar dentro de Verónica, sin saber si castigarla o rendirse ante ella. En aquellos momentos la deseaba como nunca, así que la subió al maletero, la puso frente a él y colocó, sin cuidar sus movimientos, las piernas de ella encima de sus hombros.

Seguidamente posó sus labios en el clítoris de ella, los acarició con la pasión de un loco saboreando toda su feminidad, con la fiereza de quién sucumbe al mayor placer de todos.

Después levantó su pierna derecha e introdujo, de nuevo, su miembro. Verónica le hincó las uñas en las muñecas y gritó a su oído:

-    Quiero que me dejes sorda cuando te corras.

Lo agarró de la cintura, y esta vez fue ella quien empezó a mover sus caderas y a llevarlo contra sí como si quisiera atravesar su cuerpo.

En la fracción de un mismo segundo gritaron a la vez. Se miraron, se perdieron el uno en el otro. Se sintieron desconocidos sin saber por qué, y conocidos de muchas vidas, por no necesitar nada más que aquel momento para vivir, simples miradas.  Y entonces el garaje quedó en silencio.

El corazón de Leo quedó en paz. Besó suavemente los labios de ella, secos de la sed. Verónica se levantó sin más, cogió su ropa interior y con una mirada confusa, dijo:

-    Prepararé un baño. 

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martes, 6 de julio de 2010

La cuerda floja y tirante (2)

Cuando Leo no estaba con ella, pasaba muchos momentos recordando cómo movía sus caderas cuando hacían el amor. No podía evitar masturbarse cada vez que la imaginaba, porque Verónica era excepcionalmente buena en la cama. Y eso, para todos los hombres, era un punto muy positivo.

Siempre recordaba sus hombros, tenían la curvatura deseada incluso por muchos chicos novatos cuando se apuntan al gimnasio; sus pechos eran de los que ocupaba un gran espacio, no podías dejar de mirar y siempre se te venía la cabeza lo del “insert coin”.  “Agresivos, saboreables, dibujados con pincel”,  por decir tres de los adjetivos calificativos que en su pasión por la fisonomía del cuerpo Leo ponía a sus…-dejémoslo ahí-.

Y por último, su culo. Cuando Leo se masturbaba casi todas sus imágenes sensoriales se iban al culo de Verónica: la redondez y voluptuosidad de aquellas formas pedían adentrarse en él descaradamente. 

Por dentro, Leo reconocía que Verónica era la chica con más fuerza y carácter que nadie hubiese podido imaginar. Un enfado de ella acababa, en muchas ocasiones, con toda la energía de Leo. Aunque él muchas veces decía que lo que más cachondo le ponía era su mal genio.

No, definitivamente Leo no podía decirle que no.

Tragó saliva, guardó unos instantes de confusión, y contestó:

- Claro, Verónica, ¡cómo no vamos a vivir juntos! Será…genial.

El corazón de Leo empezó a latir con mucha fuerza al tiempo que sentía una especie de cuerda atada a los pulmones. La sensación de no poder respirar empezó a apoderarse de él. Llevaban 2 años de relación. Pero últimamente había algo dentro de Leo que no le dejaba dormir bien.

Verónica lo miró en silencio durante cinco segundos que parecieron eternos. No sabía muy bien si gritarle o abrazarle. Finalmente le abrazó.

- Leo, no te preocupes. Nuestras vidas seguirán siendo las mismas. Nada va a cambiar, excepto que ahora disfrutaremos de pasar más tiempo juntos. Muchas veces te has quejado de que paso semanas enteras sin verte. Mi trabajo es duro, tengo que estar constantemente al pie del cañón.

Verónica cambió por un segundo la expresión de su cara, como si una imagen vergonzosa se hubiese figurado en su mente, pero al momento mantuvo su posición, respiró hondo y continuó:

- Te deseo, Leo, de la única forma que solo tú puedes conocer.
- Lo sé, Vero, no tengo problema con nada de esto. Tranquila, en realidad me apetece.
- Entonces, ¿por qué tienes esa cara? ¿Y por qué estás tan borde?
- ¿Qué cara? No tengo ninguna cara. Y no estoy borde, joder, solo intento…¡Hace demasiado calor, Verónica! ¡Así no puedo hablar!
- Tienes cara de desencajado, como si esto no te apeteciera en absoluto, como si pensaras que yo fuese a atarte, a ser una de esas novias posesivas y dominantes. Esa es la cara que tienes.
- Joder, Vero, no empieces, no pienso nada de eso. Me apetece vivir contigo, te lo acabo de repetir, solo necesito poner en orden mis cosas. Estás empezando a sacar conclusiones por la expresión de mi cara. Y la cara que tengo es producto de muchas preocupaciones internas, no solo el irme a vivir contigo.  Tengo cosas en qué pensar, nada más.

Leo sabía que no estaba siendo muy claro con Verónica, y además, sabía perfectamente que ella no se quedaba tranquila con ese tipo de respuestas, pero ahora mismo es la única que podía permitirse.

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lunes, 5 de julio de 2010

La cuerda floja y tirante (1)


 CAP I

Leo se lo pensó unos instantes mientras Verónica lo miraba sin pestañear. El parque sudaba aire caliente, el césped estaba ardiendo como el fuego, y todos los viandantes parecían como si de repente se girasen hacia Verónica y la mirasen acusándola, culpándola de aquella pregunta. De pie, con las manos en los bolsillos de su pantalón corto y ceñido, apretaba los labios unos contra otros intentando que pareciese el gesto de lubricárselos.

Por fin consiguió mirar a Leo directamente a los ojos.

Imaginó que ella lo deseaba con todas sus ganas, que rezaba porque llegara aquel día. Se llevaban más o menos bien, tenían las típicas discusiones de pareja, pero practicaban sexo muy habitualmente y , en definitiva, lo habría hablado con sus amigas y ellas le dirían que ya era el momento perfecto de tener un “nidito de amor”. Eso pensaba Leo sentado en el banco frente a Verónica. Pensaba que era imposible que estuviesen a 43º de temperatura, que ella le hubiese hecho venir a aquel parque, el cual no arreglaban desde a saber , que esto no debería estar ocurriendo, que aquella misma tarde tenía que empezar a entrenar a una chica nueva que se había apuntado al gimnasio. Que se quería marchar del parque, era imposible permanecer allí. Pero ella lo estaba mirando y Leo intentó razonar antes de soltar una estupidez.

Verónica terminó su pregunta con las manos temblando, con la mirada de una niña que sabe que hay cosas que es mejor no preguntar, y respuestas que aún no son el momento de saber.

Pero ahí estaba, y a pesar de los nervios contenidos sabía que a una mujer como ella ningún hombre podría decirle que "no". Porque una mujer siempre sabe cómo amoldar a un hombre a su antojo, porque él la quería demasiado como para destrozar una relación por una "simple" respuesta, porque no iba a partirle el corazón. A ella no. Y porque, vivir con tu pareja no debía ser tan difícil - pensaba ella para sus adentros-.

Verónica tenía un conjunto físico que quitaba el hipo a cualquiera que pasara por la calle. Cuando miraba fijamente a los ojos, un hombre era capaz de enloquecer e imaginar en solo un segundo todas las fantasías de cama más guardadas en la mente masculina. Era la mujer que todos pensaban que no debería ser de nadie, porque nadie podía morir sin haberla disfrutado. Y sin embargo, el que la tenía, solo pensaba en no perderla.

Con los ojos y el cabello negro brillante,  labios jugosos como el melocotón recién cortado y el lunar en el “monte de Orión”, justo encima del labio superior, uno ya podía hacerse una idea de lo que sería el resto. Pero no, en realidad toda idea preconcebida era poca cosa.

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La cuerda floja y tirante (prólogo)

¡Muy buenas!


Como no acostumbro a poner entradas con saludos y demás, esta es una de ellas y espero que la primera que venga de muchas.

Bueno, a lo que voy, mi nuevo relato. Mi idea es subirlo por partes, párrafos, hoja, media hoja...no os lo puedo concretar, más bien, no quiero. Lo importante es que voy a intentar que sea equitativo en sus partes. Porque voy a escribirlo a la par que vosotros lo váis leyendo.

¿Por qué? Porque hace tiempo quería hacer algo así, porque es mucho más intenso dar pequeñas dosis de sensaciones que darlas todas de golpe, y porque quiero que sea tan realista que hasta me permita mejorar, improvisar y si es preciso -que lo será- tratarlo como un primer borrador, como toda novela o relato.

La historia es complicada, por ello he querido tratarla desde el interior de los personajes. He aplicado dos puntos fuertes, mi capacidad para implicarme en la dificultad de la psicología de las relaciones; y el mundo individual de las personas, el que viene unido a la parte terrenal e instintiva.

El sexo no dejará de estar presente, así como la frustración y las demás rosas con espinas que da la vida. El misterio es donde voy a deleitarme, así que no podré decir más.

Publicaré entre una y dos entradas semanales, dependiendo de la necesidad de la historia.

Ojalá sea capaz de haceos sentir una mínima parte de lo que siente cada personaje. Ojalá. 


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viernes, 2 de julio de 2010

Derrota

La derrota es la palabra negra en un espacio blanco.
Es el punto y aparte de una historia hundida y menguante,
el guión perdido, parado en la línea más fuerte
y en la parte más cercana a tocar la cima flotante.

La derrota tiene tantos nombres y ninguno sabemos
quererla. Es la caída del cielo y la presa del suelo.
Es la tierra manchada donde todos los pies son ajenos.

Es un alto en el camino que no debe durar
más de un pequeño momento. Un silencio.
No despreciemos la vida por no conocer
los códigos para descifrar sus secretos.

Quien no la haya tocado y se haya destrozado los dedos,
no entenderá jamás aquello de lo que estamos hechos.

No perezcais sin motivo, caminantes diurnos,
la noche no está hecha para llorar,
y la derrota no está hecha para dejarnos quietos.



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viernes, 18 de junio de 2010

Mis formas

No quiero ser las palabras que no se leen, 
el talento creciente que no se entiende, 
la epidemia literaria que no corresponde. 
No quiero pasar un día más como un día menos 
en el instante que todo se queda en el “luego”. 

No quiero despreciar la inminente prepotencia 
de quien no tiene porcentaje de consciencia, 
ni enmascarar de fe la esperanza  
del tiempo que no llega a cubrir mi estancia. 

Quiero cargarme de la vida los sinsabores 
que ponen paredes a puentes de colores, 
ojos caídos a cartas de corazones, 
desganas que hablan a un coraje como una casa.

Quiero presentar mi renuncia a la usanza 
de mi estilo dicho por algunos “desgarrado”. 
Quiero empezar a dejar las cosas claras.
No vengo aquí a pasar un simple y llano rato, 
ni voy a pasar por alto a las sucias ratas 
que visitan las alturas del sabelotodo caro. 

Las cosas, señores, yo me las tomo en serio. 
Por eso vine a dejar mi huella, ver las de otros, 
e irme tranquilamente con las manos bien cargadas 
habiendo vencido al tiempo, como ya sabéis
a mi estilo, hablando claro, escribiendo a zancadas.

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Cristales

En la hora de hoy quiero tocar tus manos,
mancharme la piel de tus poros agrietados, 
olvidados a la dolencia del aire; 
sucumbir de tus pulmones, 
y respirar el aliento de tus temores, 
de mis temores.

Que son nuestros cristales hecho añicos. 
Polvo convertido y veneno maldito.
La vida es un buque elegante en alta mar,
y en tierra perdido. 


Copyright©Marina Navas/ Todos los derechos reservados.

viernes, 11 de junio de 2010

El esperpento

Tienes que tener el temple muy frío,
la voz muy hiriente,
y el genio muy sentado
en la esquina de la cordura sombría,
para tragar saliva, respirar hondo
y no maldecir a la vida.

Tienes que pasear por las calles,
mirar a los ojos de quien no mira,
y darle un puñetazo al alma
para que no se queje del dolor
que la penitencia respira.

Tienes que limpiarte los escrúpulos,
comerte las lágrimas a bocados
y cortarte la lengua en pedazos,
para no vomitar el esperpento* social
que la "Bohemia" de 1920
escribió en las manos de Valle-Inclán*.


*Alusión a "Luces de Bohemia", obra escrita por Ramón María del Valle-Inclán, en relación a la mediocridad, miseria y esperpento social vivido en aquellos años de 1920.

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miércoles, 9 de junio de 2010

Carta de despedida

9 de Septiembre, 1790
1:18 madrugada
París (FRANCIA)


Querido Amor:

La soledad es un poema lleno de rabia. Quiebran los gritos de dentro al trajín  de este silencio. Por fin el ruido se ha callado para dejarme escribir. Tengo tu voz haciendo muecas en los huecos de mis dedos, me guías en la letra como vigía del arte que más venero. Amor de mis entrañas, hoy te escribo a contraluz de mi tiempo, como si tocara las cuerdas de un violín que está Muerto. Duele tanto el dolor…Que te siento surcando el agua que arde en mis ojos.

Mi amado Alexandre, vienen tiempos de amargura, y tu ausencia ya es un cuchillo insoportable. No hay Poesía en el mundo si no sostengo tu mano. No hay fe, ni redención, si no apoyo tu mirada en la mía. No hay color en mis ojos, si los tuyos no bordean mis retinas. Vienen tiempos sin tiempo, horas que ya no pueden llamarse horas, y mundos que no pueden habitarse de mundo. No hay vida, amor Santo, más que tu mano temblorosa sujetándome el rostro con la palma de los labios.

Las calles son oráculos sangrientos. El desdén y el desprecio es la libertad de la represión, y el precio de la palabra es una dictadura con nombre de burguesía. No hay comprensión ni comprensivos. París es una lucha de hipocresía, de libertinos sin libertad. Y el amor que tanto cuesta en esta ciudad es una barbarie enraizada de apariencias, de justificaciones y firmas propietarias de protocolo social. Disculpa mi arrogancia, me quitaron los cuadernos, las hojas, los mil versos que fueron tuyos, y en el fuego todos arrojados, me obligaron verlos morir. Soy mujer, llevo blasón de hereje en el alma. Estos años lo saben, este mundo es así. Me quitaron hasta el último bocado de alma que te corresponde. Te esposaron, te quitaron mis alas, y te llevaron a las manos de Natalie. ¡Otra mujer!

He suplicado la muerte con los bronquios desquiciados, pero la parca no acude a salvarme. Yo no puedo, lo sabes, soy católica, no puedo clavarme un solo dedo. Ayer me violaron tres veces, y ni la sangre que derramé fue suficiente para desfallecer entera. No hay sonido ni luces por las calles. Las ropas me las quitaron al penetrarme, pero pude robar unas hojas y una pluma de algún bolsillo.

Ya queda poco. Tengo tuberculosis. Estoy tragando sangre por no toser más. Tengo mucho frío y a nadie se le ha caído, siquiera, un pañuelo roto para taparme. Espero que Dios no tarde mucho en venir. No sufras demasiado, por favor. Intenta, al menos, aprender a quererla. No sé si para cuando recibas mi carta habrá bajado Dios a recogerme. Ojalá no pase más días aquí.

Me llevo tus labios a los confines.

Te dejo, estoy vomitando. ¡Más sangre!

Catherine.



Copyright©Marina Navas/ Todos los derechos reservados.

martes, 1 de junio de 2010

Tu puerta

La parte más completa del todo, 
el todo más vacío de ninguna parte, 
el cielo más negro de cualquier arcoiris, 
el pensamiento andrajoso.  
El peso de este pozo. 

Caída de seda, frente prendida de cera, 
los cuatro puntos cardinales  
y ninguna fe por Dios estandarte. 
Hay quien tiene en su nombre 
la estrella poniente, levante, 
y ninguna paz en el medio. 
Consciente dormido, desgaste. 

Hay quien tiene los códigos perdidos, 
la prosodia esculpida en los vasos 
volcados, impaciencia corrida 
en el parche de la cara,  
el beso esperado, extraviado 
en alguna cama. 
La vida no escuchada, robada 
en el día a día, 
dormida de noche a noche. 
Hay quien tiene acuchilladas 
las palabras bajo la almohada. 

Y aunque no te lo digo, 
sé que eres tú 
quien se cambia las vendas 
una vez por semana, 
bajo la puerta que tienes 
en tus argumentos, a llave cerrada.

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miércoles, 26 de mayo de 2010

La manzana y la inspiración

en memoria a Edgar Allan Poe
Las noches que no puedo dormir
nunca las he contado. Pierdo el aliento.
Nunca las he escrito, no puedo.

Busco la conciencia en el punto
muerto y veo figuras negras
en lugar de floreros. 

Las noches inescrutables
son desafíos al hemisferio eterno.
Quiero separarme del mundo
y desvariar en el perecedero.

La inspiración juega una mala pasada
para encontrarme en estado entero.
Tengo que abrirme el estómago
para revolverme secretos.

Y las palabras encuentran su inspiración
cuando me hallan caída,
junto a la manzana del cuervo. 

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lunes, 24 de mayo de 2010

Piano en el pensamiento

a  S.A.M

Había prometido contener los hilos
de la garganta bien anudados.
Los sonidos del dolor, la huella
y el corazón que se estrella,
rompen los hilos con hojas
de claveles muertos y heridos. 

El piano suena como suena,
destrozado y tirado 
por sus teclas al vicio.
Suena el vaivén de una estela 
de viento entrada por la ventana,
perdida en un verso sin sitio.

Quiero el fragor de las olas,
mirar al horizonte
donde enjuagar los suspiros.
Quiero parar el sonido
de la voz que me tira al vacío.

Contarme que he soñado algo
diferente, y creer de verdad
en que he vuelto aquí
por algún extraño motivo.

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miércoles, 19 de mayo de 2010

Tu mejor manera

Los ojos que no dicen nada
son la mejor forma de hablar.
Podría parecer que estás muy callado,
sigiloso en tu punto de mira,
ahogado en tus timidas maneras
de expresar haciendo el verbo,
de verbalizar sin expresar.

La frase que se dice a medias
es la mejor manera de comunicar.
Podría parecer que no dices nada,
cansino de figurar mitades
que son palabras inacabadas,
y yo que lo tiendo todo a enlazar.

La profundidad que se calla entera
es tu arma, que explota sin piedad.
Hablas y no cuentas gran cosa,
porque no estás siendo tú de verdad.

Hoy, te me figuras un misterio,
un silencio enfadado,
una boca palpitante
de intrépidas amantes. El arte,
de creer en el amor como lo haces,
aún con la mirada rota de soñar. 


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domingo, 16 de mayo de 2010

La certeza

Tenía la certeza, absoluta y engreída
como él solo, de que todo saldría bien.

La vió, se le cruzaron los cables,
empezó a tener su nombre en la mente,
hora tras hora, día tras día, cervezas,
palabras dichas sin sentido,
ideas irrepentinas y cafés.

Hay miradas que uno
es que no se puede quitar de encima.
Pero tenía la certeza de que,
sin tener ni idea, todo saldría bien.

La certeza de que solo quería 
una noche con ella, un beso,
una palabra, un segundo de nada.
Luego, todo volvería a ser igual.
Su casa, su rutina, su verdad.

Él, porque su nombre es indistinto,
aún sigue buscando otra noche,
una respuesta que no llega nunca,
una forma de acallar y no estallar.

Tiene un whisky en su mano derecha,
los ojos pegados en la mesa número dos
del bar sin nombre, y una cuenta de 300
euros en alcohol. Una noche complicada.

Pero es un hombre. No es de palabras,
y lo que no dice, nos lo podemos imaginar.


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lunes, 10 de mayo de 2010

Justificando el medio

Yo creía en la tierra de las oportunidades,
en la capacidad de despertar al genio muerto,
creía que la forma era la clave de lo que está dentro.

Y entonces recordé a Calderón y que la vida es sueño.
Y sí, claro que es cierto, que muchos días te levantas,
que todo sigue igual, que el reloj marca lo mismo,
la hora de no llegar tarde a ningún momento.

Yo creía en los sueños hasta que el cansancio
de las horas te deja dormido delante de ellos.

Contra eso no puedo luchar,
pero sí puedo cambiar a Calderón por Maquiavelo.


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martes, 20 de abril de 2010

Se vive de sobras

Yo creía que ella y él eran algo de verdad. 
No un romance ni un noviazgo de la mano,
ni un beso de la calle romántico, 
ni una cama de sexo esporádico.

Creía, para mis adentros, 
que lo más sencillo del mundo
era lo más complicado de tocar,
y creía que así eran ellos.
Sencillos como el mundo,
tan difíciles de imitar.

Pero él empezó a ocupar su vida,
y ella empezó a criar orgullo.
Todo el vaivén del estress
de un nudo empapado de sudor.


Todo cargado de tensiones mudas,
un hilo de gritos portavoz,
una estancia callada de ignorancia.
Y el silencio que es sabio, desplomó.

Nadie quiere el amor del resto de sobras,
de comidas, de juegos, de tiempo y de horas.


No me convenzas de amor. Esta noche no.



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miércoles, 14 de abril de 2010

Todo el tiempo del mundo

Tengo todo el tiempo del mundo 
para decir dos palabras. Y nunca las digo.

Todo el tiempo disponible 
para llamar, escuchar, abrazar,
sentir y tocar. Y nunca lo hago.

Tengo todas las palabras de mi abecedario
para hacer lo que hago con mis versos.
Y nunca digo nada, tan solo pienso.

Tengo toda la vida para sentir una sola cosa
sin morir antes que eso.
Todas las horas buscando un reloj
que en otro ojos haga correr el tiempo.


Todo el silencio guardado en un suspiro
para darlo a quien creemos.


Tengo todo el tiempo del mundo
para decir te quiero.
Tuve tantas horas que ya se perdieron.
Te dije que al llegar llamaría,
un mes después no llamé.


Y el cáncer te rompió los huesos.


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martes, 6 de abril de 2010

Dos cosas a la vez

Esta noche sé escribir con versos
que te dedico sin respirar, al corazón.
Puedo creerte, crearte, ensangrentarme 
los dedos, si hace falta, de tanto tocarte.

Las palabras son mis instintos ilegales
de ahogarte, cortarte el aire,
romperte en moldes y montarte
en piezas de alma. Eres mi coraje.

Esta noche tengo los hombros mojados
de llorarme en ellos. La soledad
de las carencias, el terreno sincero.

Las apariencias de los poemas perfectos
debilitadas por el nombre de un sueño.

Y hacer dos cosas a la vez mientras puedo:
dormir y pensarte.


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miércoles, 31 de marzo de 2010

Reunión final

Hay que parar el tiempo,
gastar todo el dinero,
llorar todas las lágrimas
y tirar todo el recuerdo.

Porque una idea, dicho sea,
es empezar a cambiar conceptos.
La actitud, ante todo, es lo más difícil
de cambiar si es por dentro.

Hay que hablar, no lo dudemos.
Soltarlo todo a cualquiera que pillemos.
Es mejor gritarlo al mundo
que vivir con orgullo, muerto.

Porque decir lo que pensamos
es un branding personal
para perdurar en el tiempo.

Hay que hacer. De todo, cuanto podamos;
arriesgar la vida misma y quedarnos
en el intento; tirar el puzzle por la ventana
y comprar uno nuevo.

Pero recordad siempre este mandamiento:
a la reunión de la vida, hay que llegar puntual,
y sentarse en el centro.


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lunes, 15 de marzo de 2010

"Oscuro de Luna"

                                                                                                                              Dedicado a Hölderlin, 
 y a su tristeza del S.XIX

Quién dijera que a la luz de la poca Luna,
porque el cielo tan desolado la ensucia,
hay una oscuridad de los humanos.

Quién dijera que bajo todos los soles,
los sueños se lloran bajo la luna del amparo.
Y no es preciso pensar en ella,
porque entramos sin ver las luces
y salimos viendo su estela.

Todos acabamos cansados y dislocados
del presente y la amargura
de quién no tiene más que las horas
de la noche de seda.

Locos y trastornados que somos los humanos.
Que solo vivimos una vida,
y está tan llena de pena...
Que solo nos queda contemplar a la luna,
y a veces ni está llena. 

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El que avisa...

El que avisa no es traidor.
Dije que vendría, haría mi trabajo.
Y me largaría. Lo dije en serio.
Tú pensaste que vine a Amar. 

Corren tiempos de fuegos,
pero son todos artificiales. Siempre
decimos te quiero demasiado,
y luego nos largamos con las promesas
caídas de las manos a galopar.

Yo te dije que venía a hacer mi trabajo,
y luego no volvería ni un día más.
Te lo dije, íbamos a divertirnos,
a pasar un buen rato, un mes, dos meses,
días sin compromiso y bienestar.

A lo mejor te podía haber querido,
pero yo esas cosas no me las permito más.
Digamos que hice un buen trabajo,
esos que yo llamo proyecto personal.

Así es como se le llama a la nueva puta,
viene, te lo hace, y si no se queda contigo,
es una zorra de atar. Y si es dura
y piensa como al que se le dice "tío",
menuda "calientapoyas". Pero bien
que uno la prefiere a ella, 
antes que a quien llama novia,
ya sabes de lo que voy a hablar.

El que avisa no es traidor.
Vine para hacer mi trabajo,
quererte a mi manera.
Porque te guste o no te guste,
hay cosas para las que no valgo.

No entiendo de relaciones,
aunque podrías quedarte una noche más.
No me digas ni un te quiero,
ni me des una mirada de consuelo,
las sandeces no las comprendo.


Y ahora, si no te importa, 
me apetece descansar.
Para volver tienes la puerta abierta,
pero nunca te quedarás.

No me voy a sentir culpable
por tu exacerbado rencor.
Como dices fui la puta,
y vine a hacer mi trabajo.
Por eso te digo, 
el que avisa no es traidor.


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miércoles, 10 de marzo de 2010

Ni a la punta del talón

Ni a la suela del talón,
donde crece el genio gigante y alborota
el despotricado semblante.
Ni al extremo del timón,
donde manejas la parte frontal
del ingenio más flamante.

No me llegas ni a la parte,
ni al todo, ni a la quinta medida del arte.
Tengo el principio muy claro
y tú de humildad vas de lado.

Ni por dentro, ni por fuera,
ni por ningún punto de la esfera,
no me llegas ni a las tetas.

Tengo el corazón en el suelo,
por si lo tiras, y la razón en el pecho
por si piensas dejarla dormida.

No tienes ni para empezar.
Para poderme ganar
tienes que haberte herido,
estar más muerto que vivo,
y ver al dolor pasar.

Copyright©Marina Navas/ Todos los derechos reservados.

lunes, 8 de marzo de 2010

Parar y sentarse

Dicen. Que a veces el silencio es la mejor respuesta.
Pero el silencio hoy no tiene respuestas para mí.

Al final la habitación sigue callada,
el cristal golpeado por el viento- más
atormentado que yo-, la tristeza sonando
a la par que un latido medio roto del alma,
y la vela queriendo contarme algo
que con el idioma del fuego nunca entiendo.

Los síntomas aparentemente creciendo,
y el espanto de estar vacío no tiene nombre
más que una lucha que sigue y te deja vivo
dentro del ataud más pequeño.

A veces hay momentos como estos,
nadie ha dicho que sea fácil
apretar el puño y atragantarse.
 


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