miércoles, 31 de marzo de 2010

Reunión final

Hay que parar el tiempo,
gastar todo el dinero,
llorar todas las lágrimas
y tirar todo el recuerdo.

Porque una idea, dicho sea,
es empezar a cambiar conceptos.
La actitud, ante todo, es lo más difícil
de cambiar si es por dentro.

Hay que hablar, no lo dudemos.
Soltarlo todo a cualquiera que pillemos.
Es mejor gritarlo al mundo
que vivir con orgullo, muerto.

Porque decir lo que pensamos
es un branding personal
para perdurar en el tiempo.

Hay que hacer. De todo, cuanto podamos;
arriesgar la vida misma y quedarnos
en el intento; tirar el puzzle por la ventana
y comprar uno nuevo.

Pero recordad siempre este mandamiento:
a la reunión de la vida, hay que llegar puntual,
y sentarse en el centro.


Copyright©Marina Navas/ Todos los derechos reservados.

lunes, 15 de marzo de 2010

"Oscuro de Luna"

                                                                                                                              Dedicado a Hölderlin, 
 y a su tristeza del S.XIX

Quién dijera que a la luz de la poca Luna,
porque el cielo tan desolado la ensucia,
hay una oscuridad de los humanos.

Quién dijera que bajo todos los soles,
los sueños se lloran bajo la luna del amparo.
Y no es preciso pensar en ella,
porque entramos sin ver las luces
y salimos viendo su estela.

Todos acabamos cansados y dislocados
del presente y la amargura
de quién no tiene más que las horas
de la noche de seda.

Locos y trastornados que somos los humanos.
Que solo vivimos una vida,
y está tan llena de pena...
Que solo nos queda contemplar a la luna,
y a veces ni está llena. 

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El que avisa...

El que avisa no es traidor.
Dije que vendría, haría mi trabajo.
Y me largaría. Lo dije en serio.
Tú pensaste que vine a Amar. 

Corren tiempos de fuegos,
pero son todos artificiales. Siempre
decimos te quiero demasiado,
y luego nos largamos con las promesas
caídas de las manos a galopar.

Yo te dije que venía a hacer mi trabajo,
y luego no volvería ni un día más.
Te lo dije, íbamos a divertirnos,
a pasar un buen rato, un mes, dos meses,
días sin compromiso y bienestar.

A lo mejor te podía haber querido,
pero yo esas cosas no me las permito más.
Digamos que hice un buen trabajo,
esos que yo llamo proyecto personal.

Así es como se le llama a la nueva puta,
viene, te lo hace, y si no se queda contigo,
es una zorra de atar. Y si es dura
y piensa como al que se le dice "tío",
menuda "calientapoyas". Pero bien
que uno la prefiere a ella, 
antes que a quien llama novia,
ya sabes de lo que voy a hablar.

El que avisa no es traidor.
Vine para hacer mi trabajo,
quererte a mi manera.
Porque te guste o no te guste,
hay cosas para las que no valgo.

No entiendo de relaciones,
aunque podrías quedarte una noche más.
No me digas ni un te quiero,
ni me des una mirada de consuelo,
las sandeces no las comprendo.


Y ahora, si no te importa, 
me apetece descansar.
Para volver tienes la puerta abierta,
pero nunca te quedarás.

No me voy a sentir culpable
por tu exacerbado rencor.
Como dices fui la puta,
y vine a hacer mi trabajo.
Por eso te digo, 
el que avisa no es traidor.


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miércoles, 10 de marzo de 2010

Ni a la punta del talón

Ni a la suela del talón,
donde crece el genio gigante y alborota
el despotricado semblante.
Ni al extremo del timón,
donde manejas la parte frontal
del ingenio más flamante.

No me llegas ni a la parte,
ni al todo, ni a la quinta medida del arte.
Tengo el principio muy claro
y tú de humildad vas de lado.

Ni por dentro, ni por fuera,
ni por ningún punto de la esfera,
no me llegas ni a las tetas.

Tengo el corazón en el suelo,
por si lo tiras, y la razón en el pecho
por si piensas dejarla dormida.

No tienes ni para empezar.
Para poderme ganar
tienes que haberte herido,
estar más muerto que vivo,
y ver al dolor pasar.

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lunes, 8 de marzo de 2010

Parar y sentarse

Dicen. Que a veces el silencio es la mejor respuesta.
Pero el silencio hoy no tiene respuestas para mí.

Al final la habitación sigue callada,
el cristal golpeado por el viento- más
atormentado que yo-, la tristeza sonando
a la par que un latido medio roto del alma,
y la vela queriendo contarme algo
que con el idioma del fuego nunca entiendo.

Los síntomas aparentemente creciendo,
y el espanto de estar vacío no tiene nombre
más que una lucha que sigue y te deja vivo
dentro del ataud más pequeño.

A veces hay momentos como estos,
nadie ha dicho que sea fácil
apretar el puño y atragantarse.
 


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