mancharme la piel de tus poros agrietados,
olvidados a la dolencia del aire;
sucumbir de tus pulmones,
y respirar el aliento de tus temores,
de mis temores.
Que son nuestros cristales hecho añicos.
Polvo convertido y veneno maldito.
La vida es un buque elegante en alta mar,
y en tierra perdido.
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En ese caso, ¿por qué no navegar toda la vida?
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