viernes, 18 de junio de 2010

Mis formas

No quiero ser las palabras que no se leen, 
el talento creciente que no se entiende, 
la epidemia literaria que no corresponde. 
No quiero pasar un día más como un día menos 
en el instante que todo se queda en el “luego”. 

No quiero despreciar la inminente prepotencia 
de quien no tiene porcentaje de consciencia, 
ni enmascarar de fe la esperanza  
del tiempo que no llega a cubrir mi estancia. 

Quiero cargarme de la vida los sinsabores 
que ponen paredes a puentes de colores, 
ojos caídos a cartas de corazones, 
desganas que hablan a un coraje como una casa.

Quiero presentar mi renuncia a la usanza 
de mi estilo dicho por algunos “desgarrado”. 
Quiero empezar a dejar las cosas claras.
No vengo aquí a pasar un simple y llano rato, 
ni voy a pasar por alto a las sucias ratas 
que visitan las alturas del sabelotodo caro. 

Las cosas, señores, yo me las tomo en serio. 
Por eso vine a dejar mi huella, ver las de otros, 
e irme tranquilamente con las manos bien cargadas 
habiendo vencido al tiempo, como ya sabéis
a mi estilo, hablando claro, escribiendo a zancadas.

Copyright©Marina Navas/ Todos los derechos reservados.

Cristales

En la hora de hoy quiero tocar tus manos,
mancharme la piel de tus poros agrietados, 
olvidados a la dolencia del aire; 
sucumbir de tus pulmones, 
y respirar el aliento de tus temores, 
de mis temores.

Que son nuestros cristales hecho añicos. 
Polvo convertido y veneno maldito.
La vida es un buque elegante en alta mar,
y en tierra perdido. 


Copyright©Marina Navas/ Todos los derechos reservados.

viernes, 11 de junio de 2010

El esperpento

Tienes que tener el temple muy frío,
la voz muy hiriente,
y el genio muy sentado
en la esquina de la cordura sombría,
para tragar saliva, respirar hondo
y no maldecir a la vida.

Tienes que pasear por las calles,
mirar a los ojos de quien no mira,
y darle un puñetazo al alma
para que no se queje del dolor
que la penitencia respira.

Tienes que limpiarte los escrúpulos,
comerte las lágrimas a bocados
y cortarte la lengua en pedazos,
para no vomitar el esperpento* social
que la "Bohemia" de 1920
escribió en las manos de Valle-Inclán*.


*Alusión a "Luces de Bohemia", obra escrita por Ramón María del Valle-Inclán, en relación a la mediocridad, miseria y esperpento social vivido en aquellos años de 1920.

Copyright©Marina Navas/ Todos los derechos reservados.

miércoles, 9 de junio de 2010

Carta de despedida

9 de Septiembre, 1790
1:18 madrugada
París (FRANCIA)


Querido Amor:

La soledad es un poema lleno de rabia. Quiebran los gritos de dentro al trajín  de este silencio. Por fin el ruido se ha callado para dejarme escribir. Tengo tu voz haciendo muecas en los huecos de mis dedos, me guías en la letra como vigía del arte que más venero. Amor de mis entrañas, hoy te escribo a contraluz de mi tiempo, como si tocara las cuerdas de un violín que está Muerto. Duele tanto el dolor…Que te siento surcando el agua que arde en mis ojos.

Mi amado Alexandre, vienen tiempos de amargura, y tu ausencia ya es un cuchillo insoportable. No hay Poesía en el mundo si no sostengo tu mano. No hay fe, ni redención, si no apoyo tu mirada en la mía. No hay color en mis ojos, si los tuyos no bordean mis retinas. Vienen tiempos sin tiempo, horas que ya no pueden llamarse horas, y mundos que no pueden habitarse de mundo. No hay vida, amor Santo, más que tu mano temblorosa sujetándome el rostro con la palma de los labios.

Las calles son oráculos sangrientos. El desdén y el desprecio es la libertad de la represión, y el precio de la palabra es una dictadura con nombre de burguesía. No hay comprensión ni comprensivos. París es una lucha de hipocresía, de libertinos sin libertad. Y el amor que tanto cuesta en esta ciudad es una barbarie enraizada de apariencias, de justificaciones y firmas propietarias de protocolo social. Disculpa mi arrogancia, me quitaron los cuadernos, las hojas, los mil versos que fueron tuyos, y en el fuego todos arrojados, me obligaron verlos morir. Soy mujer, llevo blasón de hereje en el alma. Estos años lo saben, este mundo es así. Me quitaron hasta el último bocado de alma que te corresponde. Te esposaron, te quitaron mis alas, y te llevaron a las manos de Natalie. ¡Otra mujer!

He suplicado la muerte con los bronquios desquiciados, pero la parca no acude a salvarme. Yo no puedo, lo sabes, soy católica, no puedo clavarme un solo dedo. Ayer me violaron tres veces, y ni la sangre que derramé fue suficiente para desfallecer entera. No hay sonido ni luces por las calles. Las ropas me las quitaron al penetrarme, pero pude robar unas hojas y una pluma de algún bolsillo.

Ya queda poco. Tengo tuberculosis. Estoy tragando sangre por no toser más. Tengo mucho frío y a nadie se le ha caído, siquiera, un pañuelo roto para taparme. Espero que Dios no tarde mucho en venir. No sufras demasiado, por favor. Intenta, al menos, aprender a quererla. No sé si para cuando recibas mi carta habrá bajado Dios a recogerme. Ojalá no pase más días aquí.

Me llevo tus labios a los confines.

Te dejo, estoy vomitando. ¡Más sangre!

Catherine.



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martes, 1 de junio de 2010

Tu puerta

La parte más completa del todo, 
el todo más vacío de ninguna parte, 
el cielo más negro de cualquier arcoiris, 
el pensamiento andrajoso.  
El peso de este pozo. 

Caída de seda, frente prendida de cera, 
los cuatro puntos cardinales  
y ninguna fe por Dios estandarte. 
Hay quien tiene en su nombre 
la estrella poniente, levante, 
y ninguna paz en el medio. 
Consciente dormido, desgaste. 

Hay quien tiene los códigos perdidos, 
la prosodia esculpida en los vasos 
volcados, impaciencia corrida 
en el parche de la cara,  
el beso esperado, extraviado 
en alguna cama. 
La vida no escuchada, robada 
en el día a día, 
dormida de noche a noche. 
Hay quien tiene acuchilladas 
las palabras bajo la almohada. 

Y aunque no te lo digo, 
sé que eres tú 
quien se cambia las vendas 
una vez por semana, 
bajo la puerta que tienes 
en tus argumentos, a llave cerrada.

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