No quiero ser las palabras que no se leen,
el talento creciente que no se entiende,
la epidemia literaria que no corresponde.
No quiero pasar un día más como un día menos
en el instante que todo se queda en el “luego”.
No quiero despreciar la inminente prepotencia
de quien no tiene porcentaje de consciencia,
ni enmascarar de fe la esperanza
del tiempo que no llega a cubrir mi estancia.
Quiero cargarme de la vida los sinsabores
que ponen paredes a puentes de colores,
ojos caídos a cartas de corazones,
desganas que hablan a un coraje como una casa.
Quiero presentar mi renuncia a la usanza
de mi estilo dicho por algunos “desgarrado”.
Quiero empezar a dejar las cosas claras.
No vengo aquí a pasar un simple y llano rato,
ni voy a pasar por alto a las sucias ratas
que visitan las alturas del sabelotodo caro.
Las cosas, señores, yo me las tomo en serio.
Por eso vine a dejar mi huella, ver las de otros,
e irme tranquilamente con las manos bien cargadas
habiendo vencido al tiempo, como ya sabéis
a mi estilo, hablando claro, escribiendo a zancadas.
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Desde luego, si hay algo que te caracteriza es que no te muertes la lengua, al menos, no tanto como la mayoría. Lo de "sucias ratas" es un ejemplo de ello.
ResponderEliminarCada cual tiene su estilo. El tuyo, aunque desgarrador, es muy bueno. Consigues que tu obra destaque e involucre al lector de forma que experimente todo un universo de sentimientos encontrados.